En las clasificaciones convencionales, se suele distinguir el modelaje de acuerdo de acuerdo con el supuesto destino de las puertas. Así, es costumbre establecer fundamentalmente tres grupos: el dirigido al cerramiento de huecos de paso interiores; el de entradas de pisos y apartamentos, que comunican las viviendas con la escalera general de la finca; y el de entrada y salida del edificio, lo que popularmente se denomina “puertas de calle”.
Sin embargo, lo que de modo básico diferencia a los tres grupos entre si es el tamaño de la superficie a cerrar y el grosor de las hojas. Pero en cuanto al diseño, al acabado externo que se ve y se toca, no puede decirse que existan modelos apropiados para cumplir una u otra función. Es este aspecto, el cambio de opinión ha sido espectacular: hoy en día se considera que el mismo modelo, adaptado en dimensionado y espesor a la misión que deba cumplir, servirá indistintamente para cualquier aplicación, ya que esta depende únicamente del gusto estético del propio usuario.
Atendiéndonos a esta realidad, hemos dado por sentado que lo básico, para la elección del modelo, es el diseño. Y que cualquiera de ellos puede ser adaptado al hueco y función objeto del problema, prescindiendo por lo tanto de seguir ninguna de las clasificaciones clásicas conocidas para adoptar una que consideremos mas racional.